UN ROJO AMANECER
JOSÉ DÍAZ ARRIAZA

Patronato del Real Alcázar de Sevilla, 2011

Portada del Libro

EXTRACTOS DEL LIBRO
Leído en marzo 2016.

los cadáveres dejados en las tapias del cementerio eran recogidos a primera hora de la mañana por los entrenadores y arrojados en la fosa, aquellos procedentes de ejecuciones en otros lugares de la ciudad llegaban en los carros de basura o en camiones por la mañana... (pág. 29)

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...en el interés de los sublevados estaría ocultar los cadáveres cuanto antes; pero ante la negativa de los sepultureros a colaborar Tassara informó al general Queipo de Llano, quien le comunicó que una sección de Sanidad se trasladaría al camposanto para inhumar los cadáveres y fusilar a los enterradores, unos argumentos tan contundentes que le sirvieron a Tassara para convencerlos de reanudar sus trabajos. (pág. 49)

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...el cementerio adquiere protagonismo propio por las ejecuciones que realizan los sublevados en aplicación del bando de guerra o por sentencias del Consejo de Guerra en las tapias exteriores del recinto, costado derecho e izquierdo. De ese modo las tapias del cementerio se integran en la memoria colectiva con un sentimiento de miedo y terror... (pág. 51)

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...se detenían a personas en sus casas, las cárceles provisionales se iban llenando de detenidos y se aplicaba de forma indiscriminada y terrorífica el Bando de Guerra, fusilando en distintos lugares de la ciudad. (pág. 55)

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...cuando los sepultureros recogían a los ejecutados y quedaba alguno de estos vivo, debido a la mala puntería o al nerviosismo de sus ejecutores, un enterrador lo remataba con un certero golpe de azada, siendo vista la escena por los escasos viandantes que a esas horas transitaban bajo el puente de San Jerónimo, sucediéndose casos similares siempre con el mismo sepulturero, por lo que el hecho quedaba en la duda de si le hacía un favor antes que enterrarlos vivos o se ensañaba con la víctima. (pág. 68)

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Cuentan que una de las veces que fueron al cementerio con un grupo de los nuestros no se preocuparon de rematarlos, que al día siguiente el capellán del cementerio fue a protestar ante el general Queipo de Llano de que se daba el caso de enterrarlos vivos. Al día siguiente el cura fue asesinado. (pág. 74)

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Ser una persona conocida en la ciudad, con cierto estatus social, perteneciente a la burguesía sevillana o destacado personaje, podía influir en que su cadáver, pese a ser republicano ejecutado, recibiera sepultura en sepulcros familiares, panteones o al menos individuales, pero ese mismo motivo podría también ser la causa para que sus represores decidiesen que debían permanecer en el anonimato para evitar recuerdos y homenajes, ilocalizable para familiares o seguidores y como castigo perpetuo de olvido. (pág. 91)

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Testimonio de una de las hijas de Blas Infante: "El lugar de enterramiento nunca te subo. Un sepulturero nos dijo, algún tiempo después, que estaba enterrado junto con el doctor Fernández lavandera, en la fosa común del cementerio de Sevilla. Pero luego venían otros y daban versiones distintas. Mi madre acabó no creyéndose nada." (pág. 93)

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Propuesta de creación de un Panteón para los sublevados caídos: "Constantemente en el campo del honor luchando con las hordas marxistas caen ofrendando la vida por la Patria héroes pertenecientes no sólo al Ejército Salvador y Cuerpos de policía, sino también a las Beneméritas Instituciones "Falange Española", Requetés y Milicias Nacionales y Cívicas que coadyuvan a la liberación de España de la omnímoda dictadura roja. El Excmo. Ayuntamiento de Sevilla, ciudad a la que cabe el honor, sino de ser la primera, de las primeras que se sumaron al movimiento redentor no puede permitir que los restos de dichos héroes en vayan al montón anónimo confundidos con los secuaces de la anti-España". (pág. 95)

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Según los autores que han estudiado el proceso represivo en Sevilla y su provincia se pueden establecer una serie de etapas, en las cuales la aplicación del bando de guerra (AGB) se produciría desde el primer momento de la sublevación ejecutando las tropas con golpistas a combatientes en las calles, a detenidos en la Prisión provincial o en las cárceles provisionales, en distintos lugares habituales de la ciudad durante días y semanas siguientes; mientras que los Consejos de Guerra comenzarían a celebrarse desde finales de diciembre de 1936, primeros de enero de 1937, para continuar hasta la posguerra. (pág. 112)

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Los vencedores no pusieron ningún interés en las condiciones físicas y psíquicas de los reclusos. Si la población de Sevilla sufrió en los años de la posguerra distintas epidemias, en la cárcel la superpoblación, la falta de higiene y de alimentos fue lugar apropiado para que se propagasen en las enfermedades con virulencia.... (pág. 115)

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La Fosa Común. Esta sepultura se utilizaba desde el mismo momento de la inauguración del cementerio y estaba destinada a personas sin recursos o desconocidas... Su mantenimiento era primordial para los gestores del cementerio dado el constante uso que de ellas se hacía para la inhumación de cadáveres de indigentes, transeúntes, fetos, etc... máxime si se producían situaciones excepcionales en la ciudad... el 1 de noviembre de 1936 aviadores republicanos arrojaron un ramo de flores sobre las fosas de los fusilados. (págs. 136, 137)

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