EMILIO LEMOS ORTEGA Y EL ANDALUCISMO HISTÓRICO
RAMÓN REIG

Ediciones Alfar, 1991

Portada del Libro

EXTRACTOS DEL LIBRO
Lectura finalizada el 31 de marzo 2016.

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... Andalucía en 1902, año natal de Emilio Lemos... "Unos pequeños propietarios sometidos al usurero y al cacique; unos grandes propietarios absentistas que no invierten, que no tratan de mejorar la productividad; unos obreros que también miran con desconfianza las máquinas, los abonos, y que, o bien están al servicio del amo en el caso de los trabajadores fijos, o se sumergen en una inconsciencia salpicada de brotes de rebeldía. ¿Como podrían ilustrarse acerca de los verdaderos datos del problema unos hombres abrumados por jornadas de trabajo excesivas, mal alimentados y sin un céntimo de sobra para emplear, no ya en un libro sino en un periódico?". (pág. 26)

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... en Andalucía existía una clase social-poco numerosa- susceptible de generar ahorros... Pero, por lo general, dicha clase se sentía más atraída por la inversión rústica como forma de prestigio social pero además como manera más segura de colocar su acumulación financiera. La clase dominante andaluza veía en no pocas ocasiones como empresas mercantiles que la Corona o agentes privados abordaban terminaban en el fracaso. Por el contrario, invertir en un cortijo suponía al menos vivir con las necesidades cubiertas. La atracción por la Tierra fue pues evidente desde esta óptica. (pág. 29)

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... una utópica legislación (Ley de Minas de 1869), permitió al capital extranjero consolidar su presencia y campar a sus anchas. El ejemplo más significativo fue el de las Minas de Riotinto, propiedad del Estado español, explotadas ancestralmente desde la Antigüedad. Sin un estudio de sus potencialidades fueron vendidas a Río Tinto Company en 1872 por 87,5 millones de pesetas, cifra ridícula incluso entonces. (pág. 30)

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Vivían o subvivían los jornaleros con cinco reales. Una pieza de pan podría costar entonces veinticinco céntimos. Junto a la necesidad se daba la opulencia de una mínima clase social. Era preciso pues buscar la causa de aquello. Emilio Lemos piensa en tal causa con once o doce años... su conciencia crítica no la adquiere por influencia de nadie en particular sino por una simple observación y, sobre todo, por ser un espectador pasivo de las conversaciones de los propios jornaleros. Por esas conversaciones se entera de las penalidades para "llegar a fin de mes" con el jornal existente, de las dificultades para acceder a una sanidad digna, a una enseñanza de fácil o, siquiera sea, relativo fácil acceso. (págs. 50, 51)

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... la lectura de aquel libro (Progreso y Miseria de Henry George) fue la explicación del por qué de las desigualdades humanas, algo que, según él, no es acorde "con la voluntad de Dios"; unas desigualdades que Lemos había vivido en su tierra natal al afirmar, por ejemplo, que mientras unos estaban en el casino jugando al dominó y con la comida asegurada otros tenían que ganarla a duras penas en el campo". (pág. 55)

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La llegada de la República va a abrir en el movimiento andalucista/nacionalista una clara esperanza de que Andalucía pueda empezar a salir de su delicada y ancestral situación. Sin embargo, esta esperanza va a ir difuminándose poco a poco en buena medida. De ello dan fe los escritos de Blas Infante a quién van a sumarse sus seguidores como Emilio Lemos. Infante queda desencantado con las Cortes de Madrid. El "feudalismo" andaluz no desaparecía; la enseñanza no era gratuita, no se suprimían los monopolios, la justicia seguía teniendo una lentitud exasperante y también había que pagarla; la reforma electoral no llegaba. (pág. 65)

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... comprobamos el poco eco que las proclamas andalucistas tenían entonces entre la ciudadanía andaluza y, sobre todo, entre el habitante del medio rural, muy influenciado por las ideas anarquistas, socialistas y comunistas. El nacionalismo era entonces algo "burgués" para la mayor parte de la clase obrera... En resumidas cuentas, el andalucismo no logró atraerse el favor electoral y militante del andaluz. El propio Lemos Ortega reconoce que el apoyo a la actividad en la que participo fue escaso en todos los sentidos. (pág. 68)

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Ya se ha mencionado antes que Blas Infante y sus seguidores hablan de "revolución española"... Pero, ¿que entendían los andalucistas por tal concepto?... En esencia, un repudio del centralismo, una defensa del federalismo y de los planteamientos autonómicos, un rechazo del caciquismo y de su influencia electoral así como de los partidos políticos a los que llega a considerarse simples mecanismos electoreros; una necesidad de llevar a cabo reformas económicas profundas, reforma agraria por decreto, sin indemnización en las tierras usurpadas durante la Desamortización y con indemnización en las restantes; participación obrera en la gestión empresarial, sindicación de los campesinos y cultivo colectivo de ciertas tierras; libertad matrimonial y religiosa. (pág. 70)

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El propio Blas Infante diría al respecto: "Los andaluces no pueden aceptar como solución al problema español ninguna guerra civil, porque ninguna guerra es civilizada. Para regenerar a España existen medios mejores y más humanos, pues solo por esa humanidad podrá ser salvada". (pág. 74)

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... la clase política, y sobre todo el gobierno andaluz, no han sido capaces de sembrar ilusiones y esperanzas en los andaluces para que amplíen, desarrollen y profundicen aquella forma de gobierno que se presenta a la opinión pública como "el menos malo de los sistemas". En realidad, hay que afirmarlo con toda su crudeza, el sistema no funciona. En profundidad, está agotado; aleja cada vez más al ciudadano de los asuntos que realmente le incumben... (pág. 87)

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Cuándo se produce la rebelión militar Emilio Lemos vive en las ya citada calle San Vicente... los falangistas sevillanos y algunos otros que no lo eran pero que lo hacían por dinero, estaban preparando un clima de terror e inseguridad en la ciudad hispalense... "Eran tiros al aire", aclaraba Emilio Lemos, para añadir a continuación: "Claro, la gente pasaba por la calle y, al oír los disparos, se indignaba. Esos tipos que disparaban por 10 o 15 duros eran los llamados "pacos". Yo los he visto. Se tiraban una mañana disparando, no a dar. Conocí a unos betuneros de la Plaza del Duque que, como tenían pocos ingresos, recibían una pistola y una pequeña cantidad de dinero y ¡hala!, a tirarse el día disparando". (pág. 89)

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En el camino pudo ver dos o tres cadáveres. Entró en su casa y "el terror que sentía me impedía salir fuera"... su mujer, Ana Menéndez Mena, que se apresuró a quemar todo documento o fotografía que pudiera comprometer a su marido. Esta obligada destrucción junto a la que al mismo tiempo estaba llevando a cabo en Coria del Río la familia de Blas Infante nos ha privado de testimonios que ahora nos hubieran resultado de gran interés para ampliar esta faceta de la historia de Andalucía. Por ejemplo, lamentablemente, no he podido conseguir ninguna fotografía en la que Lemos e Infante estuvieran juntos. (pág. 90)

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La furgoneta parte y sale de Sevilla precisamente por la carretera de Carmona. Acaba de amanecer. Al pasar por el ya histórico kilómetro 4 sus ocupantes observan unos cadáveres, tal vez tres o cuatro, sobre el arcén. Algunos se bajaron a verlos. Lemos prefirió no hacerlo... ¿Era alguno de aquellos cadáveres el de Blas Infante? He aquí la pregunta que se hace Lemos. (pág. 92)

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En el maizal estuvieron varios días Emilio y Laureano. Su alimentación consistía en mazorcas de maíz, que estaban medio maduras, mientras que el agua la tomaban de un regadillo cercano. Una noche Laureano decidió salir fugazmente del escondite y dirigirse al caserío o al pueblo a conseguir algún otro tipo de alimento, aunque fuera pan duro... Lemos permanece a la espera toda la noche. Por la mañana un sobrino del propio Laureano se acerca el maizal y le comunica a Emilio que a su tío lo acaban de matar en la puerta del cementerio de Constantina y que estaban dispuestos a que Lemos fuera el siguiente. (pág. 93)

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..."el móvil que ha inducido mis pasos a lo largo de toda mi vida, consistente en desembrollar y aclarar el concepto del derecho de propiedad. Este derecho tiene dos vertientes: social e individual. Es social cuando se aplica a los bienes naturales y es individual cuando se refiere a los productos que el trabajo particular elabora". (pág. 97)

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"Para que el individuo sea autónomo, tiene que ser libre, y para ser libre tiene que ser dueño absoluto de los frutos de su trabajo. Y para que la comunidad regional sea libre tiene que estar integrada por individuos, familias, municipios y comarcas autónomas. Esta legítima autonomía tiene que estar liberada de la presión de los grupos radicados al socaire del capitalismo monopolístico, que son quienes imponen, apoyados en su fuerte poder económico, las leyes positivas que nos rigen en la actualidad. Estas leyes positivas son las que originan la acumulación de bienes en pocas manos y la indigencia y la incultura en los demás, como lógica consecuencia de la injusta distribución de la riqueza". (pág. 110)

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El problema no es ahora quien mantendrá la bandera andaluza levantada. La verdadera cuestión es si podremos hacerlo con el mismo tesón, con la misma ilusión e integridad que tuvieron hombres como Emilio Lemos Ortega, Blas Infante o Plácido Fernández Viagas. (pág. 165)

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Ponencia de Ramon Reig, autor del libro.